“Y seguía siendo Luis Navarro, en la Panamericana, cuando se convertía en el fotógrafo más rápido de todo el oeste, detectando camiones Pegaso y retratándolos a la menor distancia posible, para constituir la más formidable sección caminera que revista alguna de vehículos pesados haya tenido.

Y seguía siendo Luis Navarro en París, detectando chilenos, trozos de metro o tumbas notables en Pere Lachaise.

Y seguía siéndolo con sus dolores y alegrías, con esos inexplicables amigos que algún día no lo reconocieron, con esas jornadas gitanas, esas lentas funciones teatrales y esos innumerables enfoques a las “viejas” de los desaparecidos, como si al mirarlas le estuviera prestando su lente a ese familiar que desde alguna parte todavía no la ve.

Luis Navarro militante.

Luis Navarro justiciero.

Luis Navarro confiable, profesional, responsable, tranquilo, eficiente.

Luis Navarro que vino del norte, se sumergió en Lonquén, padeció sus consecuencias y recuperó con dificultad sus bríos.

Luis Navarro que nunca ha dejado su cámara, la que lo acompaña desde y para siempre tal como él mismo lo hace con este Centro Cultural y cada una de sus actividades, para dejar registro, para crear memoria, para que otros hagan historia, porque él… no.

Él es demasiado humilde, demasiado entregado a los demás como para pensar en ser protagonista, como para pensar en ponerse delante de la cámara y ser gitano, ser actor, ser vicario, ser payaso, ser cueca sola.

Él es simplemente Luis Navarro, fotógrafo.”

- Arturo Navarro, ex director CCEM

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